domingo, 21 de junio de 2009

Los Beneficios del Gateo

El gateo es un desplazamiento "cuadrúpedo" de un individuo bípedo. Es el primer movimiento, junto con el rastreo, que realiza el ser humano, en su etapa de bebé, con la finalidad exclusiva de su supervivencia instintiva.

Sorprende observar la fluidez, elasticidad y maniobrabilidad con que se desplazan los bebés usando sus cuatro miembros, lo que podría denominarse como una fase previa a lo que posteriormente será nuestra condición de bípedos, característica que nos diferencia, junto con la inteligencia y el raciocinio, de las demás especies.

Desde el nacimiento, el crecimiento físico es un proceso que sigue ciertas pautas y un calendario madurativo en el que intervienen componentes hereditarios y factores ambientales como la alimentación, hábitos de sueño y reposo y el estado de salud del niño.
A través del gateo, el bebé se ve formado a erguir la cabeza para poder ver y olear, lo que estimula y ejercita la musculatura para-vertebral, cervical, cinturas escapular y pélvica, regulando el esfuerzo para cubrir la distancia y estimulando su vista al fijarla en un objetivo para no perderlo.

Se observa un marcado esfuerzo de coordinación cerebral interapofisiaria para ejecutar movimientos precisos coordinados, bilaterales y simétricos. Además, el aumento en el ritmo cardíaco por efecto del ejercicio físico, hace que se experimenten nuevas sensaciones.

Es importante que los padres tomen conciencia de la importancia del gateo, pues esta actividad será determinante en muchos aspectos. Se debe tomar en cuenta que el gateo es básico para desarrollar correctamente el cerebro. Se ha comprobado que gatear desarrolla la visión, el habla, el equilibrio, la manualidad, la coordinación y la orientación, además de otras funciones.
Estudios revelan que los niños que no gatearon tienden a caer de cara porque no utilizan las manos como medio de protección.

El gateo crea rutas de información neurológica entre los dos hemisferios cerebrales, facilitando el paso de información esencial de un hemisferio a otro. Estas rutas creadas no solo sirven para sentar las bases de las funciones superiores de movimiento, sino que son precursoras de conexiones que servirán para crear otras entre los dos hemisferios y que son trascendentales para la maduración de las diferentes funciones cognitivas.
Dentro de los beneficios del gateo están:

Favorece a nuestra columna en su lucha contra la fuerza e gravedad por mantenernos erguidos.

La coordinación de ambos hemisferios cerebrales, integra el sistema motor y todos los sentidos.

Se aprende a mantener las piernas juntas, fundamental a la hora de caminar.

Desarrolla fuerza, coordinación y habilidad en muñecas, manos y dedos.

Mejora la elasticidad de los tobillos y las manos.

Tonifica y aumenta la resistencia cardiovascular.

Aumenta el riego sanguíneo en el cerebro por la posición de la cabeza y estabiliza la presión arterial, lo que se traduce en un aumento en la calidad de riego en ojos y oídos.

Proporciona claridad mental, bienestar físico y mental, sin riesgos de lesiones deportivas típicas.

Es un importante escalón hacia la independencia, pues el bebé ya no necesita ser transportado, sino que se vale por si mismo, fortaleciendo así su autoestima.

Ayuda al bebé a ejercitar y perfeccionar la visión, pues éste debe “fijarse por dónde gatea” para no chocar con los objetos. Así, aprende a enfocar ambos ojos para ver una sola imagen. Además, al tener que ver su camino, entrena su visión para fijar su punto de enfoque a 30-40 cm aproximadamente; distancia a la que deberá colocar el libro cuando aprenda a leer y escribir.

Ejercita la coordinación entre el hemisferio izquierdo y derecho del cerebro, al utilizar un patrón cruzado para avanzar (brazo derecho y pierna izquierda para avanzar, brazo izquierdo y pie derecho para apoyarse. Con esto, se logra también la coordinación de ambos ojos, oídos, manos, pies y en general, del lado izquierdo y del lado derecho.


Estimula el sentido del tacto enviando muchísima información al cerebro cuando el bebé pasa por diferentes texturas como la alfombra, la madera, la grama o el cemento. Además, puede sentir diversas temperaturas como cuando el sol ingresa por una ventana y calienta una porción del piso por donde está gateando el bebé.
Fortalece los músculos y las articulaciones de brazos, piernas, cuello y espalda del bebé. Mejora su capacidad de equilibrio, le ayuda a comprender conceptos de distancia y espacio, aumenta su autonomía y le permite satisfacer su curiosidad y ganas de aprender.

Desarrolla el movimiento grueso o desplazamiento con el cuerpo y el movimiento fino o manualidad, la orientación, la discriminación espacial de fuentes acústicas, la futura capacidad de escritura y otorga estabilidad en la cintura y hombros.
Precauciones a tomar en cuenta.

a) Procurar que el lugar por donde el bebé se mueve esté limpio y sea seguro.

b) Vigilar que el niño no introduzca objetos en los tomacorriente.

c) Apartar los objetos puntiagudos.

d) Retirar los objetos pequeños que el bebé se pueda llevar ala boca.
Consejos para estimular al niño a que gatee.

Coloque al bebé boca abajo a partir de los cinco meses para que comience a levantar la cabeza. Luego, en esta posición con el tiempo ya no se sentirá fatigado y comenzará a tener fuerza en sus brazos y posteriormente en las caderas.

Una vez que haya logrado lo anterior, se recomienda utilizar material ligero como juguetes de plástico y colores llamativos colocándolos frente a el, un poco alejados para que trate de alcanzarlos.

También se puede colocar alrededor del pecho del bebé una toalla y tratar de levantarla un poco para que el bebé quede apoyado sobre las manos y las piernas. Si realiza este ejercicio varias veces, sin llegar a fatigar al bebé, podría estar estimulándolo a que gatee pronto.
Se recomienda que el niño se sienta cómodo en cuanto al lugar en el que está ubicado y la ropa con que está vestido.









Dato curioso.


En Kampala, una pequeña aldea de Uganda, las madres tienen como regla general, mimar y mecer a sus bebés durando diez horas al día. El resultado son niños que aprenden a sentarse solo a los cuatro meses, gatean mucho antes de la edad promedio que los demás niños del resto del planeta y logran caminar totalmente erguidos a partir del sétimo mes. Aunque no se pretende que los bebés rompan un récord de movilidad temprana, los padres sí deben procurar que éstos desarrollen las habilidades que les permitan explorar el mundo exterior.


En una entrevista realizada a la kinesióloga Cristina Castro, ésta explica cómo el movimiento incide en el desarrollo intelectual y motor.


P. ¿Por qué hay niños que gatean y otros que no?
R. Principalmente porque no todos los niños se desarrollan igual. Normalmente se sientan a los seis meses, empiezan a gatear a los ocho y a caminar al año. Pero hay niños que por otras razones tales como sobrepeso, bajo tono muscular, genética familiar o menor estimulación ambiental (no son puestos boca abajo para jugar), no desarrollan el suficiente control postural para llegar por su solos a colocarse en cuatro pies y por lo tanto retrasan la posibilidad de desplazarse en esta posición. El paso previo a gatear es el arrastrarse. Si un niño no gatea, tal vez pueda arrastrarse e incorporarse en la posición de pie, para luego caminar. Incluso, hay casos de niños que gatean después de haber aprendido a caminar.


P. O sea, el gateo dejó de ser el paso previo a la marcha…
R. Claro. Uno espera esa secuencia, pero más importante que eso, es procurar su desarrollo de otra manera. Antiguamente se pensaba que sin el gateo un niño no iba a caminar, ni menos tener un buen desarrollo cognitivo. Hoy eso está absolutamente descartado. El objetivo es la marcha, no el gateo, porque es la forma en que mejor se puede integrar al medio.


P. Se ha hablado mucho de los beneficios del gateo para el desarrollo intelectual, Incluso que su ausencia podría ser causa de un déficit atencional…
R. Diría que en la medida en que el niño aprenda a explorar el medio, independientemente de la manera en que lo logre (sentado de guatita, arrastrándose), va a desarrollarse bien intelectualmente. En relación al déficit atencional, actualmente se plantea que se debe más bien a una falta de capacidad para responder adecuadamente a los estímulos del medio. Un niño con una adecuada capacidad de exploración puede familiarizarse con mayor cantidad de estímulos en relación a otro que no es tan hábil.


P. ¿Qué beneficios concretos tiene el gateo?
R. La importancia del gateo es que es una etapa de exploración. Es lo que permite a un niñ@ conocer el medio, los conceptos de espacio (cerca-lejos, arriba-abajo, grande-pequeño), los límites físicos, la velocidad. Además permite formar los arcos de la mano (lo que en el futuro permitirá el uso de la pinza fina), favorece la disociación de movimientos en el tronco, lo que posteriormente será utilizado al caminar. Les da seguridad y confianza en sus posibilidades de exploración.


P. ¿Qué papel juegan los papás?
R. Resulta básico el ojo clínico de los papás, aunque sean primerizos. Que sean capaces de entregar mucho cariño en forma espontánea, lo que implica mecerlos, acurrucarlos, hablarles con cariño, etc. Todo esto les ayudará a lograr una mayor estabilidad emocional, lo que a su vez repercutirá en una estabilidad sensorial y motriz. Paulatinamente los padres pueden incrementar el desafío sobre las capacidades de sus hijos cambiándolos de posición, motivándolos a moverse y a explorar, alejándoles los juguetes para que se desplacen a buscarlos. Ya más grandes pueden armar laberintos con los mismos objetos y muebles de la casa, para que aprendan a moverse en espacios con límites y desarrollen este concepto.


P. Es decir, darles alternativas al gateo…
R. Claro, procurar el desarrollo de muchas formas diferentes. Hacerlo girar en el suelo, sentarlo apoyado con cojines para estimular el equilibrio y fortalecimiento del tronco. Ponerlo mucho boca abajo porque esto le permite apoyarse sobre sus manos y brazos y favorece el arrastre.


P. ¿Es recomendable la andadera?
R. Personalmente no lo recomiendo porque el niño aprende a caminar sin soportar adecuadamente el peso de su cuerpo sobre las caderas, lo que favorece un inadecuado desarrollo de sus piernas y arcos plantares. Esto a la larga se ve reflejado en una marcha independiente más retrasada y con ajustes posturales inadecuados.